EL ÉXITO ES LA SUMA DE PEQUEÑOS ESFUERZOS REPETIDOS DÍA TRAS DÍA. (R. Collier).

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domingo, 27 de abril de 2014

VIRGEN DE MONTSERRAT

Virgen de Montserrat (27 de abril)


La imagen de la Virgen de Montserrat, conocida popularmente como la Moreneta por el color oscuro de su piel, es una talla románica policromada del siglo XII de una gran belleza. En 1881, la Virgen de Montserrat fue proclamada Patrona de Cataluña por el papa León XIII.
Desde 1947, está entronizada en un retablo de plata, sufragado por suscripción popular, en la parte superior del ábside de la basílica.
La figura sigue el modelo muy divulgado de la virgen en majestad, en actitud estrictamente frontal, con el Niño Jesús sentado en su regazo, en el centro. Tanto la madre como el hijo llevan incorporada una corona.
La figura de la Virgen extiende la mano derecha, con la que sostiene el orbe esférico, que significa todo el cosmos. Con la mano izquierda, hace el gesto de ponerla sobre la espalda del Niño indicando que aquel rey omnipotente es su hijo,  que con la mano derecha bendice y con la izquierda sostiene una piña, un signo de fecundidad y de vida perenne.

sábado, 26 de abril de 2014

SAN TARCISIO

San Tarcisio (26 abril)

San Tarcisio fue un niño romano, y según la tradición se le confió llevar la comunión a algunos cristianos que estaban prisioneros, durante la persecución de Valeriano. Los paganos lo encontraron cuando transportaba el sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo y le preguntaron que llevaba; Tarsicio se negó a responder, entonces los paganos le apedrearon y golpearon hasta que exhaló el último suspiro, pero sin poder encontrar el sacramento de Cristo ni en sus manos, ni en sus vestidos. Los cristianos recogieron el cuerpo del mártir y le dieron honrosa sepultura en el cementerio de Calixto.

viernes, 25 de abril de 2014

SAN MARCOS EVANGELISTA

San Marcos Evangelista (25 abril)

SAN MARCOS EVANGELISTA

San Marcos Evangelista (25 de abril)


San Marcos fue un judío de Jerusalén de la época de Jesucristo. Acompañó a san Pablo y a Bernabé, su primo, a Antioquía en el primer viaje misionero de estos (Hechos 12, 25); también acompañó a Pablo a Roma. Se separó de ellos en Perga y regresó a su casa. (Hechos 13,13). No sabemos las razones de esa separación pero si sabemos que causó una separación posterior entre san Pablo y Bernabé, cuando san Pablo rehusó aceptar a san Marcos. Bernabé se enojó tanto que rompió su asociación misionera con san Pablo y se fue a Chipre con Marcos (Hechos 15,36-39). Años mas tarde san Pablo y san Marcos volvieron a unirse en un viaje misionero.
Fue discípulo de san Pedro e intérprete del mismo en su Evangelio, el segundo Evangelio canónico (el primero en escribirse). San Marcos escribió en griego con palabras sencillas y fuertes. Por su terminología se entiende que su audiencia era cristiana. Su Evangelio contiene historia y teología. Se debate la fecha en que lo escribió, quizás fue en la década 60-70.
Junto con Pedro fue a Roma. San Pedro por su parte se refería a san Marcos como "mi hijo" (1P 5,13). A veces el Nuevo Testamento lo llama Juan Marcos (Hechos 12,12).
Evangelizó y estableció a la Iglesia en Alejandría, fundando allí su famosa escuela cristiana.
Murió mártir aproximadamente el 25 de abril del 68, en Alejandría y sus reliquias están en la famosa catedral de Venecia.

jueves, 24 de abril de 2014

CONVERSIÓN DE SAN AGUSTÍN

Conversión de San Agustín (24 de abril)


Hablar de conversión y, más en San Agustín, es hablar de un largo y difícil proceso y un cambio de orientación en la vida.
Durante muchos años Agustín se sintió un ser fragmentado, roto. Buscaba la felicidad, buscaba a Dios, pero dice él: “lo buscaba mal”. Según se iban sucediendo los años  iba cambiando el objeto de su felicidad, pero cada vez se sentía más vacío e inestable.
“Desdichado todo ser humano prisionero de su afición a las realidades perecederas. Cuando las pierde, queda destrozado” (IV ,6,11)
Los primeros  grupos de amigos, los juegos, el teatro, el amor, el orgullo, el llegar a meta soñadas por él, ídolos con pies de barro que se rompían a su paso. Y así  “me veía despeñado, derramado, diluido” (II,2,2), “me alejé de ti y anduve errante y me convertí en un paraje miserable” (II, 10,18).
Desde que Agustín siente que comenzó a levantarse para iniciar el retorno a Dios, con la lectura del Hortensio de Cicerón, (III, 4, 7) pasa por muchas encrucijadas. 
El peso de la costumbre, de lo que había vivido anteriormente retenían su voluntad, “de este modo mis dos voluntades, una vieja y otra nueva, una carnal y otra espiritual, peleaban entre sí. Este antagonismo destrozaba mi alma” (VIII, 5,10)  ¿No puede también, con nosotros, la costumbre?
Es la aceptación de Jesús como hijo de Dios lo que le ayudará a dar el paso definitivo hacia la conversión “rompiste mis cadenas”. Porque hacerse cristiano, convertirse, no es sólo volver a Dios sino creer en Jesucristo. Agustín hasta que no cree en él, hasta que no lo acepta en su vida no se considera cristiano, ni convertido.
Agustín y todo aquel que quiera iniciar seriamente un proceso de conversión hacia Dios tendrá que dar los siguientes pasos pasando:
De la fragmentación a la unidad: “También espero que me recompongas de la fragmentación en que estuve escindido al apartarme de ti, que eres la unidad” (II,1,1)
Del extravío al reencuentro: “Pero ¿dónde estaba yo cuando te buscaba? Cierto que tú estabas delante de mí, pero como yo había huido de mí mismo, no me encontraba. ¿Cómo iba a encontrarte a ti? (V, 2,2)
De la inestabilidad a la seguridad: “Lo que ahora andaba buscando no era una mayor certeza de ti, sino una mayor estabilidad en ti (VIII,1,1)
De la esclavitud a la libertad: “Rompiste mis cadenas, te ofreceré un sacrificio de alabanza” (VIII,1,1)
De la vacilación a la decisión: “Me convertiste a ti de tal modo, que ya no me preocupaba de buscar esposa ni me retenía esperanza alguna de este mundo” (VIII,12,30)
De lo que es costumbre a la novedad: “Mi alma sentía verdadero pánico de verse apartada de la costumbre que la consumía hasta matarla” (VIII,7,18)
¿Estamos dispuestos a iniciar nuestro proceso de conversión profunda, verdadera?, ¿Qué nos retiene?
Hna. Carmen Ramírez González